Todas las notas que se escriben sobre patologías que provocan trastornos del aprendizaje, refieren con machacona insistencia a los problemas que presentan los niños que las padecen, las características neurológicas de cada patología, cómo se ven estos chicos afectados y qué debe hacerse para solucionar el problema. Y está bien que así sea, ya que es prior informar a padres y docentes sobre cada uno de estos ítem, ya que en forma permanente se experimentan y descubren nuevos aspectos que enriquecen el conocimientos de las neurociencias, una ciencia tan nueva como maravillosa. Pero en esta nota, deseo referirme a otro costado de esta problemática, cual es el precio que pagan estos niños. Un alto precio en frustraciones, reclamos de adultos, caída de autoestima, necesidad de esfuerzo redoblado y tiempo robado a la merecida distracción.
Es común escuchar que antes de ser diagnosticados, los niños con déficit de atención son tratados…
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